Ya iba anocheciendo y una monja estaba caminando por la calle. De repente una rubia se ofrece a llevarla en su coche. Muy agradecida la monja aceptó y se subió al automóvil, un reluciente FERRARI rojo con asientos de piel, equipo de sonido ALPINE y como 100 cosas extras más.
-Que bello auto tiene usted -comentó la monja-, debe haber trabajado mucho para poder comprarlo, ¿verdad?
-No, no fue así hermana, la verdad es que me lo regaló un empresario que se acostó conmigo durante algunos meses.
La monja no dijo nada, mirando hacia el asiento de atrás vió un bellísimo abrigo de visón y le pregunta nuevamente a la rubia:
-Su abrigo es muy bonito, le debe haber costado una fortuna.
-En verdad no me costó nada, me lo regaló un jugador de futbol por haber pasado con él un par de noches.
La monja tampoco dijo nada y ya no habló más durante todo el viaje. Llegando al convento se fue a su cuarto y se acostó.
De pronto alguien toca la puerta.
-¿Quien es? preguntó la monja.
-Shhhhhhh, soy yo, el Padre Martín.
-¿Sabe qué Padre?, ¡se puede ir a la mismísima chingada con sus chocolatitos.......!!!
viernes, 20 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario