martes, 10 de junio de 2008

CAUSA Y EFECTO - LAMA OLE NYDAHL

Transcripción y traducción: Miriam Cotes Benítez. Karma Guen, Centros de Karmapa en Colombia. 1999-2000


Mi nombre es Ole Nydahl. Soy danés. Soy Lama. En 1968 tuve la gran oportunidad de encontrar las enseñanzas del linaje Karma Kagyu del budismo tibetano y al más grande maestro que uno pueda conocer, el Karmapa, en ese entonces en su decimosexta reencarnación y ahora en su decimoséptima, residente en Nueva Delhi.


Realmente, vivimos en una época en la que se puede beneficiar a muchos seres valiéndose de los medios modernos. He conocido a muchas personas en los 25 años en que he sido Lama, interesadas en integrar a sus vidas las enseñanzas budistas. Por eso, estamos haciendo esta serie de seis videos que cubren un amplio rango de enseñanzas: la meditación, las relaciones de pareja, el Mahamudra, la relación entre maestro y discípulo, el proceso de la muerte y el morir y la ley de causa y efecto. Espero que estas cintas les lleguen a muchos y los beneficien.

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Mi nombre es Ole Nydahl. Soy danés. Ésta es una charla sobre la ley de causa y efecto. Espero que la disfruten.


La parte de mis conferencias en la que las personas saltan de sus sillas y abren sus oídos es cuando escuchan que son los artífices de su propia vida, cuando descubren que no se trata de que haya un Dios afuera que los castiga y los juzga, sino que son ellos mismos los que siembran las semillas de su futuro. Éste es uno de los puntos más importantes, es el momento en el que la audiencia pone los pies en la tierra y empieza a ser constructiva.


Si miramos las diferentes religiones del mundo o las diferentes ciencias, por supuesto encontraremos en ellas aspectos que tienen que ver con la ley de causa y efecto. Sin embargo, si miramos más allá de los sucesos ordinarios, como poner gasolina al coche, si miramos el mundo interno, las experiencias que tenemos, incluso lo que nos sucede entre una vida y la otra, el entendimiento claro y lógico que tiene la mayoría, se pierde. Por ello, me gustaría hablar ahora de algunas cosas que podrían resultar útiles para sus vidas.


Lo primero que tenemos que saber al respecto de la ley de causa y efecto es que no es retribución divina, ni destino, ni nada que se le parezca. Cualquier cosa que aún no haya sucedido puede cambiarse. Eso es lo primero. La razón por la cual el Buda nos habla del karma no es para meter nuestra mente en una caja negra o para sentenciar que de aquí en adelante lo único que nos queda es sufrir o para decirnos que nos va a suceder esto o aquello, sino para mostrarnos la libertad que tenemos, el espacio del que disfrutamos, nuestras posibilidades, la riqueza de nuestra mente. Lo que el Buda nos quiere dar con estas enseñanzas es una mejor calidad de vida, unas mejores herramientas para comprenderla y la posibilidad de vivir, morir y renacer en mejores circunstancias. Eso es lo que el Buda quiso y quiere. Esa es su meta.


Entonces, ¿cómo podemos entender la ley de causa y efecto? Bueno, es posible encontrar muchas teorías sobre el karma pero si nos centramos en lo que sostiene la visión budista podemos hablar de cuatro grandes temas clasificados en tres grandes grupos. El primer grupo tiene que ver con la creación del karma, con cómo se crean las causas que luego se convierten en nuestro futuro; el segundo tiene que ver con el desdoblamiento del karma o su fructificación y el tercero tiene que ver con cómo deshacernos del karma. Es decir, si descubrimos que nuestra carga es muy pesada, que no queremos llevarla sobre nuestros hombros, también hay métodos para lograrlo.


El Buda enseñó en forma muy directa sobre el karma. Sin embargo, hoy en día resultaría poco práctico hacerlo así. El Buda llevaba a sus estudiantes a lugares donde había personas viviendo en situaciones extremas y decía: “Él está viviendo así porque hizo esto o aquello en su vida anterior” y cosas por el estilo. Bueno, hoy en día no enseñamos así. No obstante, pese a que ya no damos ejemplos concretos, sí podemos hablar de líneas generales que muestran cómo opera el karma.


Si miramos el primer grupo, esto es, cómo se crea el karma, vemos que hay que cumplir con cuatro condiciones para darle a éste su mayor potencia. Si alguna de estas condiciones falta, su potencia es menor, pero si están todas las condiciones, la fuerza del karma es total. Estas condiciones son, en primer lugar, conocer la situación. Esto quiere decir que tenemos que saber lo que está sucediendo. En segundo lugar, tenemos que querer hacer algo, tiene que haber algún tipo de motivación. La tercera condición es hacer algo o mandarlo a hacer y la cuarta es sentirnos satisfechos después de que se realiza la acción. Estas cuatro condiciones son las que constituyen lo que podríamos llamar el paquete completo del karma. Para que una cosa cree karma tiene que cumplir con estas cuatro condiciones: conocemos la situación, deseamos hacer algo, lo hacemos o lo mandamos a hacer y luego nos sentimos satisfechos.


El segundo grupo tiene que ver con cuándo se experimenta el karma, cuándo se vive. Mucha gente cree que cuando hace algo negativo enseguida se van a caer por las escaleras. Esto no es así. Sólo sucede así en el caso de unos cuantos afortunados. Si uno tiene tan poco karma esperando salir que las consecuencias le sobrevienen inmediatamente, puede considerarse muy afortunado. ¡Probablemente ya está iluminado! La mayoría de nosotros tiene tantas impresiones sin digerir en el subconsciente que realmente las consecuencias tardan mucho tiempo para manifestarse. Por supuesto, quienes meditan, quienes pasan 20 ó 30 minutos diarios en estados de profunda absorción utilizando los métodos adecuados, y yo sólo puedo recomendar los métodos budistas porque son los que conozco bien, bueno, estas personas gradualmente limpiarán su subconsciente de todas las cosas que les molestan, aprenderán a ver el mundo como un sueño y se liberarán del yugo que los oprime. Pero cuando la gente no medita lo que sucede es que el karma arroja resultados una vez que mueren. Mientras están vivos todo el tiempo absorben impresiones a partir de todo tipo de situaciones, pero cuando mueren este recibir impresiones desaparece y en un período de siete semanas se manifiestan las tendencias más profundas. Es una especie de período de reestructuración, un período en el que las semillas de nuestro subconsciente vuelven a despertar y llegan a la consciencia cuando volvemos a nacer.


Entonces, el primer resultado del karma tiene que ver con lo que sucede después de que morimos, cuando la energía y la consciencia dejan este cuerpo. En el budismo se dice que en la mayoría de los casos, después de siete semanas de haber muerto, encontramos nuevos padres, vamos donde ellos y volvemos a renacer. También se habla de que hay otros estados de consciencia donde no hay un cuerpo sólido. En cualquier caso, se dice que el primer resultado del karma se manifiesta en el periodo comprendido entre la muerte y el próximo renacimiento. Es decir, el karma se manifiesta en lo que nos sucede en ese tiempo. El hecho de que sintamos felicidad o sufrimiento tiene que ver con el karma. Luego, cuando nacemos otra vez, cuando ese flujo de consciencia que consideramos nuestro se une al óvulo en el vientre de la madre, en ese momento llegan tres resultados de la vida anterior, del karma que hemos acumulado en ella. El primer resultado tiene que ver con la clase de genes que obtenemos, si obtenemos un cuerpo que produce sufrimiento o placer. El segundo tiene que ver con el ambiente en que nacemos, si nacemos en una zona rica o en una zona pobre como África, Sur América o algunos países de Asia. El tercero tiene que ver con nuestras tendencias, con lo que nos surge naturalmente, por ejemplo el hecho de que nos guste ayudar a la gente, hacerla feliz, ser amables o matarla y causarle sufrimiento. Este es el segundo grupo: la fructificación del karma, el cual se manifiesta en las experiencias que tenemos cuando renacemos: un cuerpo saludable o enfermo, una vida corta o larga, el tipo de ambiente en el que nacemos (un país en el que tenemos educación y riqueza o un ghetto) y el tipo de tendencias naturales que tenemos: ¿Nos gusta ser útiles o preferimos causar daño? Por supuesto, las experiencias que tenemos en esta vida nos proyectan a la vida siguiente.


Finalmente, el tercer grupo tiene que ver con cómo deshacernos del karma. Si entendemos que cada vez que nacemos como humanos experimentamos los sufrimientos característicos de este tipo de nacimiento, tales como la vejez, la enfermedad y la muerte y el hecho de tratar de aferrarnos a lo que nos gusta, deshacernos de lo que no nos gusta, mantener lo que encontramos y arreglárnoslas con lo que no podemos cambiar, si entendemos que este cambio entre estados no es satisfactorio ni puede darnos la felicidad, es muy probable que queramos salir de eso y es ahí cuando tenemos que acudir a las enseñanzas del tercer grupo, es decir, aquellas que tienen que ver con las condiciones para acabar con el karma. En este caso, lo primero que tenemos que hacer es entender que algo no anda bien. Algunas personas recuerdan algo terrible que dijeron o hicieron; otros dicen: “Soy mucho mayor que lo que era el Buda cuando se iluminó y todavía actúo como un bruto” o cualquier otra cosa. En fin... Sin importar cómo piense uno, lo indispensable es darse cuenta de que algo no anda bien. Lo segundo es querer hacer algo al respecto y, en este caso, el budismo ofrece excelentes herramientas. Por ejemplo, aquí tengo al Buda Mente de Diamante, el poder purificador de todos los Budas, el punto donde su poder se hace uno. A este Buda podemos utilizarlo para limpiar todas las cosas negativas que hay en nuestro subconsciente. Su poder es comparable a una limpieza industrial de nuestro subconsciente. Es una herramienta muy poderosa. Tiene un mantra de cien sílabas y un mantra corto de seis sílabas, los cuales se enseñan en los 180 centros que tenemos en todos los países del mundo. Bueno, Mente de Diamante es un método muy poderoso para deshacernos de todas las semillas negativas. Lo tercero es decidirnos a no volver a hacer cosas negativas. Por supuesto, aunque hayamos tomado la decisión, volveremos a hacer cosas negativas unas cuantas veces hasta que llegue el momento en que sea tan vergonzoso seguir prometiéndolo ¡qué dejamos de hacerlo! El cuarto punto es hacer lo opuesto a la cosa negativa que hicimos.


Aquí me gustaría dar un ejemplo para ilustrar todo lo anterior. Hay muchos ejemplos agradables como ser generosos que hace que nazcamos con riqueza, fuerza y salud. Sin embargo, mi experiencia me ha demostrado que la mayoría recuerda mejor los ejemplos negativos y por eso voy a dar un ejemplo claro aunque no sea muy agradable. El ejemplo que voy a dar es el de matar. Como ya dije, podría dar otro ejemplo, pero sé que éste lo van a recordar muy fácilmente. Para que matar tenga consecuencias plenas deben darse cuatro condiciones: en primer lugar tenemos que saber que se trata de un ser humano, luego debemos querer matarlo, seguidamente debemos matarlo o mandarlo a matar y finalmente tenemos que sentirnos satisfechos con lo sucedido. Si alguna de estas condiciones falta, como en el caso del aborto, en el que la gente no se siente feliz después de haberlo hecho o no sabe que se trata de un ser humano, no se tienen consecuencias plenas. Por supuesto, el aborto es un acto torpe y es mejor dar al niño en adopción, pero en este caso los resultados del karma no son plenos. En el caso de un accidente de tráfico, en el que arrollamos a alguien con nuestro coche, sólo se cumple una condición, la de matar, pero por supuesto uno no quería matar y después de hacerlo se siente terrible. En cualquier caso, mientras más de las condiciones mencionadas se cumplan en un hecho, más fuertes serán las consecuencias y más fuertes serán las impresiones que deje en nuestro subconsciente, las cuales se manifestarán cuando muramos.


Lo siguiente es qué consecuencias trae matar. Bueno, cuando este cuerpo desaparece y dejamos de recibir impresiones provenientes del mundo exterior, surgen las impresiones subconscientes y experimentamos que nos matan muchas veces. Lo peor con respecto al karma es que ha estado desdoblándose desde tiempos inmemoriales ya que la mente siempre ha estado allí y la ley de causa y efecto siempre ha funcionado. Por ello, es importante aprender cómo funciona para poder liberarnos de éste y ayudar a otros a hacerlo.


P: ¿Puede alguien cambiar su karma y si es así cómo lo hacen los budistas?


R: Este es un punto que en Occidente toca repetir muchas veces: todo es causa y efecto. No existe una entidad creadora, castigadora y juzgadora por fuera de nosotros. Somos nosotros mismos quienes alimentamos nuestra mente con impresiones que traen resultados en el futuro. El Buda nos enseña esto de dos maneras: primero nos dice qué es lo dañino. Por supuesto, esto no es suficiente porque podemos pensar que algo es muy negativo pero aún así seguir haciéndolo. Por eso, el Buda también nos da métodos para tomar distancia de las situaciones, meditaciones que nos permiten ver cómo un sentimiento aparece en la mente, juega allí un tiempo y después desaparece en la mente otra vez. Por medio de la meditación podemos ver este movimiento de los pensamientos y los sentimientos en la mente y, al hacerlo, podremos decidir tomar parte en las comedias de la vida y evitar las tragedias. Finalmente, también podemos decidir no hacer las cosas que sabemos que son errores. Todos hacemos o decimos cosas que sabemos que no son positivas y, entonces, podemos decidir no hacerlas hasta que llegue el punto en que podamos cortar de raíz con la negatividad. Por supuesto, también podemos hacer cosas positivas como utilizar nuestro cuerpo para dar amor y protección a otros, decir palabras que los unan, mostrarles otra visión del mundo, compartir con los demás, desearles lo mejor, pensar claramente. Ese es el lado positivo.


P: ¿Cómo se perpetúa el karma?


R: La mente puede compararse con un ojo que ve todo claramente pero no se ve a sí mismo. Igual sucede con la mente: experimenta muchas cosas pero no a sí misma. No conoce su propia naturaleza. Esta ignorancia básica crea la dualidad: aquello que ve, siente, oye, conoce y que en su naturaleza es como el espacio, se percibe como un yo y las experiencias que tenemos las percibimos como el otro. Pese a que no hay un yo real, pese a que todo no es más que moléculas y átomos que se mueven continuamente y luego desaparecen en el espacio, hasta que no nos iluminamos, los seres experimentamos la dualidad. Entonces, al percibir que hay un yo y un tú surge apego hacia las cosas que nos gustan y rechazo hacia lo que no nos gusta y, a partir de esos dos sentimientos básicos, surge avaricia porque queremos conservar lo que nos gusta, envidia porque no deseamos que aquellos seres a quienes no queremos tengan algo y orgullo estúpido que nos hace creer que somos mejores que los otros. Por supuesto hay un orgullo sabio según el cual todos somos maravillosos y por ello siempre estamos en buena compañía y todo es significativo, pero el orgullo que hace que nos sintamos mejor que los otros sólo empobrece las cosas, nos deja sin nadie con quien compartir. Bueno, el Buda dice que hay 84.000 diferentes combinaciones de estos sentimientos perturbadores y, claro, cuando la gente los siente piensa que son reales y hablan y actúan en consecuencia, por ejemplo, emplean su cuerpo para matar, hacer daño sexual, robar; su palabra para calumniar, mentir, ser hirientes, crear discordia, y su mente para envidiar, odiar o confundirse. Luego, como el mundo es causa y efecto, obtienen resultados y, al obtenerlos, olvidan que ellos sembraron las semillas de los cactus en los que están sentados y piensan que los otros son responsables de lo que les sucede y, entonces, vuelven a reaccionar y crean más problemas. Así son las cosas.


P: ¿Hay algo que se pueda llamar karma compartido?


R: Todos piensan que es así cuando ven el sufrimiento del mundo, cuando ven las peleas entre las tribus africanas, cuando revisan la historia de los judíos, cuando ven el sufrimiento de los rusos bajo el régimen de Stalin o de los camboyanos bajo el régimen de Pot Pol. La gente piensa que todos los que están en una situación parecida tienen el mismo karma o si miran un hormiguero y ven que todas las hormigas se parecen creen que tienen el mismo karma. Sin embargo, no es así. Cada ser tiene su propio karma. Cada cual tiene su karma individual y este karma es el que hace que uno nazca en un ambiente con otra gente que tiene un karma similar. Al tener este karma similar, las personas nacen en un mismo lugar y época y su karma empieza a interactuar, pero no es que haya un karma colectivo. No obstante, hay algo que también es bueno saber, algo que nos dicen nuestros ojos, nuestros periódicos, nuestra televisión y es el hecho de que una vez que nacemos como humanos, tenemos mucho en común con nuestros congéneres como las cosas que nos gustan, las cosas que nos disgustan, nuestro aparato sensorial y las experiencias de este aparato, entre otros. Sin embargo, en el momento que dejamos nuestro cuerpo, la mente de cada individuo experimenta la maduración de su propio karma.

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Esta fue la charla sobre causa y efecto, sobre la libertad de la mente, llamada karma en sánscrito y li chon en tibetano: acción, causa efecto.



Tomado de la página http://www.budismocolombia.org

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